2013


DESDE EL ARTE Y LA CULTURA

TOD@S TRABAJANDO POR UNA


ASAMBLEA CONSTITUYENTE

NUEVA CONSTITUCIÓN

lunes, 29 de junio de 2009

Honduras, se desorganizan los guardaespaldas


Cuentan que el dramaturgo Gerhard Hauppman participó, a escondidas y por curiosidad, en una huelga de trabajadores que no sólo tenía cerrada la fábrica, sino que también mantenía confinado en una oficina al dueño y a su familia. La policía había intentado tomar la fábrica varias veces pero, en verdaderos combates, siempre habían llevado la peor parte. Hauppman cuenta que, luego de las victorias de los trabajadores frente a la policía, el dueño pidió hablar con el líder sindical. Frente a frente, el dueño le dijo: “Ríndanse ahora; entreguen la fábrica y les perdonaré la vida”.

Hauppman confiesa que esa experiencia “frente a la enfermedad de la arrogancia” lo llevó a escribir Las Tejedoras, pieza que luego le reportaría el Premio Nóbel de Literatura en 1912. Le impactó al autor la soberbia del dueño que, aún cuando estaba derrotado, siempre pensó, sinceramente, que él tenía el poder. Esa arrogancia lo enceguecía y no sólo lo llevó a mantenerse en “la derrota altanera”, sino que le imposibilitó desarrollar otras estrategias, cambiar su actitud, modificar su discurso y quizás, hablar con las palabras cruciales de la época por venir.


El Golpe de Estado del 28 de Junio 2009 contra el presidente electo en Honduras, y el regreso de los militares a la nómina de los millonarios, es resultado, entre otras cosas, de la misma soberbia que impactó a Hauppman; que un presidente elegido no siga las directrices establecidas por los que nadie ha elegido, es para los dueños de todo en nuestros países, en su “la derrota altanera”, naturalmente inaceptable.

Esta escuela del pensamiento de la soberbia –y luego, de la violencia, que es la única forma final de hacer creíble la arrogancia- tiene sus delirantes seguidores no sólo entre los potentados, sino también entre los empleados, contratados, personal y hasta víctimas de los mismos acaudalados. Clase media que poco o nada tiene, más que trabajo para enriquecer a otro y que sin embargo prefieren mostrar su emoción y apoyan hasta con lágrimas a la misma clase de poderosos que, sin secreto, les desprecia.

Es la “moral del esclavo”, la misma que desarrolló el encadenado que defiende a su victimario hasta con la vida, porque sin él no podrá dormir al lado de los animales; sin su patrón, su hija no será el objeto sexual del señorito de la casa ni su esposa podrá partirse el alma alimentando, por nada, a los que lo tienen todo. Sin su dueño, el esclavo, cree, no es nada, porque el dueño representa la única utopía a la que tiene acceso.

De esta moral del esclavo participan no sólo diputados y militares Hondureños hoy 28 de Junio –que son los que dan la cara para defender la limosna que reciben de los poderosos- sino hasta esa masa de desposeídos de la clase media, que ha sido convencida de que, aunque sus vidas y la de los suyos se desvanece, su Utopía, armada desde lo más superficial y burdo de los Medios, tiene una oportunidad. “Mi riqueza –le dice el poderoso- protege tu esperanza. Si algún día yo pierdo mis bancos, mis empresas multinacionales, mis medios de comunicación, mi monopolio de fármacos, mi negocio de venta de armas (y hasta mi venta de carros por concesionario), pues seguro luego tú, clase media pobre, perderás la hamburguesa rápida que te sirve de cena, el multiticket del metro, te expropiarán uno de los tres pares de zapatos que tienes; te nacionalizarán los baldes con los que sales a recoger el agua.”

Detrás del fusil de repetición y de los soldados apuntando a periodistas, los dos aterrados se desvanecen en lo mejor de la arrogancia de clase: la idea de que NO hay que convencer a la mayoría. Después de todo, la democracia es un invento burgués y, si a ver vamos, en nuestros países “pobres pero con ganas”, hasta la burguesía limpia los pies y sirve de cadáver necesario para mantener la soberbia del poderoso.

Pero la verdad, que no desea entender el dueño de la fábrica de Hauppman y tampoco los que han dado el golpe de estado en Honduras, es que hoy, en todo el mundo, la utopía y las ideas de la esperanza, mientras más se nieguen, más colectivo y violento será su deseo. La soberbia del victimario enardece a la victima. Y en su ira, el que lo tiene todo, tiene más que perder.

Porque a la idea democrática, -y en especial, a la corriente democratizadora que se impone en todo el mundo- si no la vencen con la mayoría, pues no la podrán derrotar nunca. A estas alturas y luego del fracaso colectivo del capital en todo el planeta, de la asimilación de la avaricia como gerencia y de la exclusión y las desigualdades como sostén de indicadores económicos fantásticos, pues quizás ya es hora de aceptar, incluso en Honduras del 28 de Junio, que no hay futuro sin la participación no sólo de las mayorías, sino en la atención y protagonismo de los pobres. El futuro, las ideas de la esperanza y la promesa de la Utopía serán para todos, o el futuro no será posible, ni siquiera probable. Al dueño de la fábrica de Hauppman, así como a los militares y dueños del capital Hondureños, quizás le convenga dejar de lado su arrogancia, apartar “la derrota altanera”, cambiar el discurso y ponerse del lado de la historia. Porque si no, quizás nunca salgan de su encierro.

Para los fanáticos de la soberbia y la violencia, les queda su consabido y recetado final feliz: el ejército alemán liberó la fábrica, asesinó a los líderes sindicales y en los combates, murieron también el dueño y su familia. Hauppman se salvó para contarlo todo, aunque ni siquiera fue un consuelo. Pero esa es la historia “feliz” del fascismo que, por estos días, se ve menos probable si notamos que a la soberbia parece que se les desorganizan los guardaespaldas.

Gustavo Ott
@2009

GUSTAVO OTT
WEB SITE: http://www.gustavoott.com.ar
27 OBRAS DISPONIBLES EN ESPAÑOL y 42 EN 14 IDIOMAS DIFERENTES
27 PLAYS AVAILABLE IN SPANISH AND 42 IN 14 DIFFERENT LANGUAGES
TEATRO SAN MARTÍN DE CARACAS: www.tsmcaracas.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario