“Debemos
fisurar el teatro hegemónico y legitimado, siempre entendiendo que nuestro
lugar natural (el del teatro político), puesto que pertenece a él y de ahí
emerge, es el movimiento social y político”.
Patricia nos comparte su visión del teatro
político y su estado actual en nuestro país; también define algunos conceptos
del propio hacer con Teatro Público y reflexionamos en torno a nuestra realidad
Chilena y Latinoamericana.
Chile pasa por un
proceso de agudización de la lucha de antagonismos políticos. Vemos como los
estudiantes se han posicionado en
las calles nuevamente, cada vez hay más huelgas de los trabajadores, (hace poco el dirigente
sindical Juan Pablo Jiménez, presidente del sindicato de Azeta fue asesinado de
un disparo en la cabeza), vemos pobladores tomándose terrenos, el pueblo
mapuche en su interminable lucha para lograr, por fin, su independencia, las
regiones alzándose contra el centralismo productivo y social, etc. Vemos que
poco a poco la indignación, que durante muchos años fue acallada, hoy vuelve a
despertar. Pienso en la historia del teatro político y social, en cómo el arte ha
sido parte de los movimientos sociales con su hacer como método de propaganda,
protesta o politización, cuando el teatro y el arte en general, han tomado
posición frente a su contexto socio-político, tanto en sus contenidos
artísticos, como en sus modos de producción. Entonces, pensé en Luis Emilio Recabarren con el Teatro Obrero a principio del
siglo pasado, en Isidora Aguirre y Egon Wolf a mediados de siglo, en Juan
Radrigán en dictadura, y así seguramente muchos autores y colectivos que
abrieron espacios de resistencia con el teatro. Creo que Teatro Público viene a
continuar este listado de trabajadores del arte que luchan para construir un
país más justo.
-Me
parece que hay pocas compañías en nuestro país que hoy en día se autoafirmen
como hacedores (productores) de teatro
político y si las hay, los
espacios oficiales son muy escasos para ejercerlo ¿Por qué creen que se da esta
situación? y ¿Por qué creen que es importante hacer
teatro político hoy? ¿Qué responsabilidad tienen las academias
formadoras de actores de la poca producción de teatro político?
Nuestra
definición como colectivo del teatro político surge a partir de la
sistematización de nuestro trabajo y de la conceptualización histórica y
teórica que propone César de Vicente Hernando, en la que se define el teatro político como aquel que por
medio de sus mecanismos de producción indaga en las relaciones de poder y de
dominación (hacer visible lo invisible). Ese sería su objeto específico de
investigación, marcando una diferencia sustancial con el teatro social, puesto
que este último vendría a representar los males sociales del capitalismo sin
develar la estructura que los provoca. Podría resultarnos sencillo este
enunciado, pero es muy complejo,
puesto que pasar de un teatro social (de representación) a un teatro político
(analítico) necesariamente implica una profundización en la construcción
escénica, una reflexión y construcción analítica que sea capaz de develar los mecanismos de dominación y no sólo representar su
consecuencia social. En este sentido podríamos afirmar que muchas de las producciones
que se levantan como teatro político aún se mueven en los límites del teatro social.
Esto no es una valoración negativa, es sólo una diferencia conceptual que nos
permite profundizar en el análisis de las obras de la escena nacional. Hay
distintos factores que podrían dar respuesta al por qué el teatro político no
se encuentra frecuentemente en los circuitos oficiales, y tampoco tan
masivamente (como se podría creer) en los no oficiales. El primero, es que el
teatro político propone un mecanismo de pensamiento que vendría a desmantelar
el dominante, pues bien, esta es una razón contundente para excluir al teatro
político de las salas oficiales, puesto que están vinculadas con los aparatos
de dominación y de hegemonía del pensamiento. Esto no sucede con el teatro
social, de hecho, en nuestra cartelera abundan los montajes que denuncia los
males de nuestra sociedad e intentan “humanizar” el capitalismo, pero no
profundizan en sus cuestiones políticas. Lo segundo, es que muchas veces las compañías que hacen teatro político
rechazan los circuitos oficiales, y claro, con razón, pero el problema es que
la lucha de clases se dan en todos los ámbitos, incluido el de la ideas y el de
la producción artística. Es
difícil hablar de esto sin ser mal interpretada. No se trata de andar con la
carpeta bajo el brazo intentando quedar en las salas que legitima el teatro
burgués, ni de profitar con el discurso del infiltrado que dice cambiar el
poder desde adentro, sino de visibilizar la escena política, puesto que
consideramos que el teatro genera pensamiento e imaginarios. Por esto nos
interesa el teatro. Entonces, debemos fisurar el teatro hegemónico y
legitimado, siempre entendiendo que nuestro lugar natural (el del teatro
político) puesto que pertenece a él y de ahí emerge, es el movimiento social y
político.
Por
supuesto que una de la razones de la escases de teatro político es la formación
teatral de las academias. Las instituciones educacionales son dispositivos de
dominación, son parte aparatos ideológicos, y las escuelas de teatro no son la
excepción. La manera de abordar el teatro en las Escuelas en su mayoría es
desde la escena burguesa.
-Teatro Público afirma que sus
procesos creativos, por lo menos los dos últimos (Celebración, 2010 y Nuestra
América (Bosquejos), 2013), se constituyen a partir de la “autoría
múltiple” ¿Cómo podrían definir este concepto? ¿Esta decisión pasa por su
posicionamiento ideológico en su hacer teatral?
El
concepto de autoría múltiple aparece tras la sistematización de la experiencia
que significó el trabajo para la creación de Celebración. La producción escénica de este montaje se realizó a
partir de la multiplicidad de
imaginarios, intuiciones, saberes y sensibilidades y más, que se nutrieron con
el proceso de documentación, y que luego, interrogamos en escena. La dirección
es la que hace una especie de
cartografía política y escénica con los materiales arrojados por todas y todos.
Este proceso fue radicalizado en Nuestra
América (bosquejos). Este es un modo productivo escénico que aún estamos
definiendo, así es que no te puedo dar una definición totalmente certera como
quisieras. Pero puedo decir, entre la certeza y la intuición, que lo nombramos
así y no como creación colectiva porque no se trata estrictamente de resolver
un problema en términos colectivos, sino de poner en común las distintas voces
(autorías) sobre el problema. Es por esto que los roles no desaparecen, sino
más bien se ponen al servicio de la puesta en común, así, en la construcción
musical por ejemplo, los actores, la dirección, la asistencia, el diseño… ponen
en juego texturas, sonoridades, materiales sonoros, pero es el músico, con esos
elementos entregados, el que produce la cartografía musical. No se trataría de
la ausencia de poder, sino más bien de un poder común.
Intentando
abordar la segunda parte de tu pregunta sobre si “esta decisión pasa por un posicionamiento ideológico en
nuestro hacer teatral”, voy a deslizar algunas ideas que me parece explican nuestro quehacer teatral, como
un intento de encontrar un modo productivo político de resistencia, y por qué
no, de subversión y construcción. No sé, si responderé exactamente a lo que te
refieres, pero trazaré ciertas ideas que pueden servir.
Un
trabajo de autoría múltiple no se puede separar de un proceso de autoeducación
colectivo, de donde emerjan las premisas desde las cuales abordar el proyecto.
Si partimos de la idea de que la educación es un espacio de dominación,
que está dentro de una red de dispositivos que busca regular nuestras vidas,
nuestros hábitos y costumbres sociales, asegurando la obediencia a sus reglas,
y así a través de la vigilancia producir la normalización; un punto importante de resistencia
frente a este dispositivo de dominación es establecer puntos de autoeducación
que contesten al dispositivo de dominación que es la educación.
Entendemos un proceso de
autoeducación, como un proceso de autoformación colectiva a través de reuniones
de estudios, discusiones internas, participación en el movimiento social:
manifestaciones, jornadas populares, etc., mediante el cual compartir un
conocimiento, una imagen, una idea, etc. Investigando de manera común vamos
fortaleciendo el colectivo y su autoría múltiple. La puesta en común de
conocimientos que arrojen estas experiencias tiene como finalidad elevar el
entendimiento de la vivencia social al plano político, desde una mirada crítica
del orden de dominación imperante y con una perspectiva transformadora
revolucionaria de la sociedad.
La sociabilización de la práctica teatral, permite que un proceso de
autoeducación no se quede al interior del colectivo, sino que se proyecta en los
públicos, potenciando otras experiencias de luchas y resistencia.
Me parecía pertinente detenerme un poco en la figura de la auto
educación, puesto que sin esta no es posible entender la autoría múltiple, o
por lo menos así pensamos que debiera ser desde una perspectiva política,
puesto que si no, nos quedamos sólo en la búsqueda de un procedimiento de
creación, y no en la búsqueda de un modo de producción que haga posible el
develamiento de lo oculto en la perspectiva de potenciar los horizontes emancipatorios.
La idea de autoría múltiple operaría en el colectivo teatral
respondiendo a la idea fragmentaria de pedagogía/creación/investigación,
concibiendo la experiencia formativa y de investigación en la producción del hecho
teatral. La compañía como una escuela de autoformación política-teatral frente
a los dispositivos de dominación neoliberales.
-A partir de la relación
dialéctica entre dominación colonial y emancipación que propone la obra ¿Cómo
ven el contexto político actual en Latinoamérica?
¿Cómo creen ustedes que se
construye NUESTRA América Latina y
NUESTRO Chile?
La
respuesta a la primera pregunta tiene directa relación con lo que anuncias: en
una “relación dialéctica entre dominación colonial y emancipación”. Ahora bien,
está es una relación constitutiva no sólo de los pueblos Latinoamericanos. Más
que nombrar una particularidad, podemos distinguir los nodos en los que se
expresa la lucha Latinoamericana. Sin duda, uno de los importantes sigue siendo
el problema de la soberanía, la autodeterminación de los pueblos y la
recuperación de los recursos naturales, y con esto, el disfrute común de los
bienes sociales arrasados por las políticas neoliberales: la ,salud, la
educación, etc. Aunque sean puntos nodales de la lucha latinoamericana. cada
pueblo las llevará a cabo según sus particularidades históricas, políticas y
culturales. Lo importante es que estamos en un escenario histórico en el que
las contradicciones (esa relación dialéctica que señalas), al parecer tenderían
a agudizarse, y consecuentemente con esto, las resistencias y la emergencia de
organizaciones, productores de mundo e imaginarios que buscan la emancipación
tienden a diversificarse y expandirse. Debemos avanzar hacia la destrucción de
los espacios dominantes y construir una Latinoamérica libre del capital
extranjero y de las relaciones capitalistas.
Construimos
nuestra Latino América y Chile, desde la multitud anónima. La construimos
imaginando y haciendo posibles todos los espacios que nos ayuden a producir un
nuevo mundo. La construimos organizándonos. La construimos no desde la política
de la representación, sino desde
la potencia constituyente.
Nuestra América (Bosquejos) es, sin duda, la realización consciente de un trabajo
artístico-político que busca seguir tensando las relaciones antagónicas del
territorio donde vivimos, se llame Chile, Latinoamérica o mundo. Es un trabajo
sumamente sensible con la esperanza cierta de poder cambiar este orden
hegemónico que domina todas las esferas de nuestra vida social. Un trabajo muy
lúcido en su análisis político de nuestra Latinoamérica, teatralizando cómo el
capitalismo se constituyó, por el
saqueo, genocidio y dominación de las coronas españolas y portuguesas, al
comienzo, hasta desentrañar cómo se han impuesto los modelos neoliberales en
nuestros paises.
“...no hemos perdido,
ni ellos han ganado. No hemos perdido porque aún tenemos anhelos de
libertad....” resuena este texto de la obra, en nuestras convicciones deseosas
de un futuro mejor. Un futuro que no podemos sentarnos a esperar a que llegue,
sino a construirlo hoy día. Me parece que esa es la invitación de este trabajo
teatral: Construir el mundo donde queremos vivir, sin desligarnos de la
responsabilidad que aquello significa, teniendo en cuenta cuantos han caído,
pero también, teniendo en cuanta cuantos se han levantado y cuantos nos
seguimos levantando por encontrar “...el común, que no es ni tuyo, ni mío, sino
de todos...”
La obra se presentará
en el teatro de la Universidad Mayor, desde el 4 hasta el 21 de Abril, ubicada
en la calle Santo Domingo 711 (Metro Bellas Artes o Plaza de Armas). Los
días jueves, viernes y sábado a las 21:00 hrs y los domingos a las 20:00 hrs.
Las entradas tienen un valor 4000 pesos para la entrada general y de 2000 pesos
para estudiantes, adultos mayores y convenios. Teléfono reservas 2 328 18 67.
La compañía está
integrada por Patricia Artés, Martín Muñoz, Cristián Lagreze, Javiera Zeme,
Álvaro López, Cecilia Acuña, Alejandro Miranda, Marcela Gueny, David González,
Andrea Vera y Cristian Aravena.
Benjamín Prati, miembro
de Todos Trabajando.
Me parece muy interesante la postura aqui descrita...el tearo en general y en particular el teatro popular socio politico (brecht, piscator,artaud, recabarren, etc), colocan en tension al arte hegemonico no solo a traves de sus propuestas de contenido sino a traves de su circulacin en los espacios publicos, los modos de getion minimalistas por obliagacion, y su relacion con un publico activo...sea este el que mira luego de una obra...o bien una comunidad que trabaja con el grupo de teatro en un terrtiori determninado. Comparto aquello de colocarse lospantalones respecto de no dejar al publico la responsabilidad politica....claro por que el actor tambien es ciudadano y asi no es neutral.
ResponderEliminarsds
jorge