Estamos en pleno período de campañas presidenciales y parece que es importante aclarar ciertas cosas.
No hay que ser un visionario para observar que la coalición gobernante (concertación) y la coalición opositora (alianza) se las han arreglado para perpetuar un modelo político y económico instalado por la dictadura militar y su soporte ideológico que beneficia a las clases de poder a través de una alternancia de administraciones sin traumas o modificaciones profundas.
La Concertación ha demostrado con hechos concretos su interés por perfeccionar el modelo neo-liberal, manteniendo al mismo tiempo, en las bases de sus partidos y la opinión pública la imagen de izquierdistas. Esta imagen le ha permitido instalar el modelo económico con menos resistencia social que si lo hubiera hecho un eventual gobierno de la alianza. Ha hecho enormes esfuerzos comunicacionales para izquierdizar su imagen, al mismo tiempo que sus desiciones políticas y económicas la acercan cada vez más a las prácticas derechistas.
El pueblo chileno tiene una histórica y profunda relación con los movimientos de izquierda, relación que se inicia a comienzos del siglo XX y que desencadena en la ascención al poder del candidato de las fuerzas populares en 1970.
Es esta la razón por la que la concertación necesitaba urgentemente un pacto con el Partido Comunista; además de los votos traspasables para una segunda vuelta, representa un coqueteo, maquiavélicamente articulado, con las bases populares y su tradición de izquierda.
El partido Comunista, por su parte, acepta este pacto con una coalición que representa, a través de su modelo político y económico, los intereses del empresariado nacional y las grandes transnacionales, conducta opuesta al accionar propio de un partido revolucionario. Este pacto es aceptado debido al oportunismo de sus dirigentes, los que no tienen pudor al momento de optar a algún puesto remunerado dentro de la estructura gubernamental a precio del futuro de millones de chilenos.
Arrate, candidato del pacto Juntos Podemos, fue ministro en el gobierno de Lagos, presidente recordado por la confirmación de la Constitución de Pinochet, su cercana relación con el empresariado y la formulación de la Ley General de Educación. El jefe de campaña de Arrate es militante activo del Partido Socialista, integrante de la Concertación.
Arrate dividió al Partido Socialista acarreando detrás de él a todos los “renovados” a fines de los ochenta, a los mismos que integrarían la Concertación incluídos algunos actuales PPD. Arrate no es un Comunista como no lo son los mismos dirigentes del PC, no es representante de los trabajadores ni de los sectores progresistas, Arrate pretende ser parte de un gobierno que construye Chile bajo el modelo Neo- Liberal.
Más que claro, el voto por Arrate es un voto por la concertación. Votar por Arrate es votar por la perpetuación de un sistema injusto.
Vota nulo y escribe en la papeleta: Asamblea Constituyente, nueva Constitución
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